19.12.2021
Las estrellas envidian el fulgor de luz de tus ojos cuando durante las noches tu boca a susurros dice mi nombre. Caminas con los pies desnudos para no confundirte, para sentir la frialdad del suelo y comprobar que no te encuentras inmerso en alguna de esas fantasías que sólo existen en mi imaginación. Mejor ir descalzo y mantener los pies sobre la tierra ¿Correcto cariño?
Los segundos corren al ritmo de tu respiración y a mayor agitación tuya, antes culmina nuestro tiempo. Para ti, yo represento la paz a tus guerras, la placidez y la despreocupación de un domingo. Para mí, eres dueño de una extravagancia única que te convierte en una rareza imposible de no amar, en mi utópico octavo día.
Amigos del misterio y enemigos de lo inteligible, eso somos. He perdido la cuenta de la cantidad de universos que hemos creado; todos a nuestra medida, todos indestructibles. Sólo alguien osado y valiente se enfrentaría a nosotros. Estamos armados hasta los dientes para el mundo y despojados y desarmados para nosotros.
Después del atardecer y antes del anochecer. Ese es nuestro tiempo. Siempre alumbrados con la luz de tus ojos y a la merced de mi imaginación. Brincas conmigo de uno de nuestros mundos a otro, así hasta cansarnos de recorrerlos todos. Una vez agotados, te aconsejo dejarme partir y obedeces; ya sabes que aborrezco las ataduras, le temo al tedio y soy irrecuperable después del aburrimiento.